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El evangelio no es un calmante sino un explosivo

Se les ha dicho a los pobres:

Ustedes son afortunados de ser pobres, síganlo siendo! Más tarde, en el cielo serán recompensados! Alégrense por su condición: su salvación está en la paciencia y la resignación!

Se les ha dicho a los ricos:

Ustedes son ricos, pueden seguirlo siendo. Sean misericordiosos y generosos! Ustedes se pueden ganar el cielo dando limosnas!

Se les ha dicho a todos:

Es inevitable que haya ricos y pobres: está en el orden de las cosas, en la naturaleza de las cosas, es pues la voluntad de Dios a la que debemos someternos y no se le puede contrariar.

Hemos hecho del Evangelio un calmante, una manera de tolerar las injusticias sin hacerlas desaparecer, una forma de consolarnos a bajo precio de los sufrimientos… de los otros.

Los cristianos han imaginado un Dios sin justicia.

Los otros han imaginado una justicia sin Dios.

Nada de sorprendente.

 Evangelio quiere decir: “Buena noticia”.

Es una “Noticia”, algo nuevo, un evento decisivo, que debe cambiar el curso de las cosas, que debe cambiar la línea de la historia y el destino de los hombres.

Es una buena noticia un evento gozoso, que regocija, que devuelve el gusto por la vida a quienes lo han perdido. Una proclamación de bienestar: dichosos hoy, dichosos siempre.

Es una buena noticia para los pobres. Los pobres y todos aquellos que sin serlo verdaderamente forman con ellos la masa inmensa de los sin poder.

Dichosos los pobres es el grito más revolucionario de la historia.

Es como si Jesús dijera: Dios está hasta el cogote de verlos a ustedes pobres. Me ha enviado a plantar la semilla de un mundo nuevo que les hará justicia a los pobres.

Eso ya comenzó: Jesús ha inaugurado un mundo nuevo, un nuevo orden de las cosas en la tierra: los ciegos recobran la vista, los cojos se ponen a andar, los leprosos quedan limpios, los mudos hablan, los sordos oyen: y esos, más que milagros, son señales.

HAY ALGO EN MARCHA QUE JUSTIFICA LAS ESPERANZAS MÁS DESCABELLADAS DE LOS POBRES.

Nadie entendió eso mejor que una mujer, María, la madre de Jesús.

Ella proclama: Dios derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes: a los hambrientos los colma de bienes y despide a los ricos con las manos vacías.

 Sólo tienen derecho a proclamar dichosos los pobres aquellos que

  • hacen lo posible para que no haya más pobres;
  • aquellos que oran humildemente para convertirse y encontrar la fuerza de luchar para que no haya más pobres;
  • aquellos que con sus palabras y acciones contribuyen a que se instaure otra manera de vivir.

Seremos dichosos cuando las injusticias sean intolerables para nosotros, como son intolerables para Dios, que asumió en JESUCRISTO el rostro y la condición de pobre, la causa de los pobres, para que ya no haya más pobres en este mundo.

 André Monnom